Unas palabras desde Covadonga

Santuario de CovadongaEstos días en Covadonga están resultando cuanto menos «raros», como en el resto del país. Pero ver un Santuario que habitualmente esta lleno de peregrinos, turistas, de gente que diariamente se acerca por los más variados motivos, verlo vacío y con un silencio realmente significativo te hace exclamar «aquí falta vida». Todo está cerrado, sólo permanece abierta la Santa Cueva, ese lugar sagrado donde se guarda la presencia de la Santina.

Hace más de 1.300 años que Ella está aquí, hace más de mil trescientos años que tenemos acreditación histórica del culto cristiano a la Madre de Dios en este lugar tan singular. Por eso aunque el Santuario esté vacío realmente está lleno de su Presencia. Ella siempre está, Ella siempre nos espera, es Madre. Por eso aunque estén las iglesias cerradas nuestro corazón y nuestra plegaria no deben estar cerrados.

Todos los días se celebra la Eucaristía, de lunes a viernes a las 13,30h, sábados y domingos a las 11h. Santa Misa que se puede seguir por el canal de youtube Santa Cueva-Santuario de Covadonga-24h. Allí también podemos conectar diariamente a las 17h para el rezo del Santo Rosario y todos los días a cualquier hora para ver en directo a la Santina en su Santa Cueva.

Quisiera sencillamente transmitir un mensaje de esperanza para este tiempo que estamos viviendo. Se ha dicho en muchos foros y es verdad, esto está sacando lo mejor de nosotros. Hay un río inmenso de solidaridad y buen hacer en muchas personas, desde las que se ofrecen para ayudar al necesitado a las grandes donaciones de los empresarios.

Hay muchos profesionales, sobre todo en el mundo de la salud, que están dejándose la piel en la entrega y el trabajo de cada día. No digamos nada el Ejercito y las Fuerzas y Cuerpos de seguridad. Bendito sea Dios por todo ese bien y esa bondad que nosotros vemos como reflejo de su ser.

Es verdad que hay insolidaridad, egoísmo y toda una serie de maldades que por otro lado están también en el ser humano. Pero hagamos lo posible y hasta lo imposible por hacer el bien, por valorar lo bueno y positivo aunque sea pequeño, por sembrar esperanza, por tratar de construir entre todos un hogar mejor, una familia mejor, una comunidad mejor, un mundo mejor. Empecemos por cambiar y mejorar todo aquello que tenemos que corregir y rectificar en nosotros mismos. Vamos a salir juntos de esta crisis, pero ojala no sólo salgamos juntos sino también mejores.

Tenemos más tiempo para estar juntos. Aprovechémoslo para crecer a todos los niveles personal, familiar, comunitario, laboral. Invirtamos tiempo y la mejor disponibilidad para hablar, dialogar y construir juntos las metas que nos hemos propuesto.

Estamos en el tiempo litúrgico de la cuaresma que significa una preparación grande para vivir la Pascua. Aprovechemos para rezar más, para interiorizar más, para leer más la Palabra de Dios. Aprovechemos para rezar en familia, para educar y crecer en ello. La iglesia doméstica no está cerrada y es esa nuestra mayoritaria vocación.

Cuando escribo estas líneas estamos acabando el domingo quinto de este tiempo de cuaresma. Hoy la primera lectura de la Misa correspondía al profeta Ezequiel, un profeta que camina con su pueblo en uno de los exilios a Babilonia en el año 597 a.c.. El tiene clara la palabra que en medio de la deportación debe transmitir al pueblo, es una palabra de aliento, de esperanza. Dice Dios: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío«.

La pandemia del Coronavirus y sus consecuencias se está convirtiendo en sepulcro para nuestro pueblo, como lo era el exilio de entonces para Israel. Pero Dios no nos abandona y su promesa de abrir y hacer salir se cumplirá también sobre nosotros. En ese sentido vemos también en el evangelio de hoy, la resurrección de Lázaro, cómo el Señor le llama a salir afuera liberándose de vendas y ataduras y el mismo Dios quita la losa que cubría su sepulcro llamándolo a la vida. Eso es también lo que el Señor quiere hacer con nosotros hoy. Por tanto no cabe la tristeza y el desánimo, cabe la esperanza y la confianza en un Dios que llora con nosotros y nos da la vida. Dios nunca nos abandona, aunque caminemos por cañadas oscuras. Siempre nos ama y siempre nos ayuda a salir adelante.

La Virgen de Covadonga nos proteje

Desde Covadonga oramos por todos y a todos ponemos en manos de la Santina, que Ella nos enseñe a todos a vivir con confianza, con serenidad, con bondad. Y que nos enseñe a esperar, no te sientes a esperar, espera como Ella en pie, en camino, espera esperando, deseando, buscando, Dios no defrauda.

Os espero a todos muy pronto en Covadonga para dar gracias y compartir cuanto hemos aprendido juntos. Un fuerte abrazo

José Juan Hernández Déniz,
Canónigo penitenciario del Real Sitio de Covadonga